El Santiago Motorizado de la escena indie limeña: Willy Román

Un artesano con más de una década haciendo sonar su guitarra sobre el asfalto del circuito underground de Lima.

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Desde la década pasada Willy Roman se ha convertido en hit del indie roq para la joven generación de esta ciudad. Recorriendo cada bar de la capital, llegó hasta Chile y Argentina con solo un Ep barato y mal grabado (en palabras propias de Román) titulado “Está bien por ahora”. Hecho y deshecho en autogestión desde adentro de Lima, en un barrio popular de una ciudad industrial. Jugando al pop subterráneo como un verdadero campeón es sin duda el Santiago Motorizado de la escena indie limeña, y aún pocos lo saben.

A simple vista, Román parece un señor cansado que espera jubilarse. Sencillo; el jean holgado, el polito, las zapatillas desgastadas, los débiles rulos despeinados y un bigote que pareciera pintado con un plumón al cual le queda poca tinta. Con expresiones casi monótonas y la sonrisa delicada. Es el señor que canta sobre la triste algarabía del ímpetu adolescente de un pre-adropáusico. Es el señor que no espera nada de su futuro, pero que sorprende cada vez se enfrenta a él con una nueva producción, como un perro viejo que sigue aprendiendo truco nuevo.

William Román Morales Cano, de Rocky Uno y de Juan Gris, pero también de Conde Duque, de El Vals de Lucy Smith, de Moon Over Soho, de Xilofomático, de entre tantos. De letras tan sinceras como el dolor de un puñal clavado en el corazón y de melodías melancólicas que contagian una frustración por sentir que nada funciona bien ni como debería ser.

En el 2018 musicalizó el cortometraje Leche para Dos, que va de la historia de un joven padre soltero que trabaja en el Centro de Lima y ve pasar así los últimos días de su juventud. Historia de ficción que de algún modo llega a entrelazarse con la realidad, pues se asemeja a un periodo duro de la vida de Román: no terminar el colegio y buscar resolverse la vida con un hijo en brazos.
Ni él mismo imaginaba en ese entonces todo lo que sería capaz de crear bajo la consigna del Hazlo Tú Mismo, y, sobrevive -en el intento- o muere. “No teníamos futuro pero igual no nos importó” (Amigo – Juan Gris).

Vida de novato
De joven, como muchos de nosotros, pasaba largo tiempo con drogas y amigos (de los buenos y de los malos) cuando residía en su antiguo barrio en La Perla – Callao. Por supuesto, hincha del Boys. Las ganas de hacer música empiezan ahí, para escapar de esa situación.

Willy aprendió a grabar sonidos en una antigua cabina de internet en el Centro de Lima tras un largo día de buscar trabajo. Usando audífonos con micrófono barato empezó a grabar su voz hace más de 15 años: no es nuevo haciendo música.

Con tan solo un estudio artesanal armado en su hogar (y las limitaciones que aquello conlleva) Willy es capaz de dar vida a melodías de tres simples acordes que pueden rugir como un león viejo o sonar como suaves trisos en un descampado. También puede armar letras que hablen de los sentimientos y pensamientos más tristes e íntimos que a veces uno teme soltar, pero que en sus canciones brillan libres como una estrella en una noche de apagón. «Ando por el cosmos como un cometa triste, que se extingue haciendo combustión, con el recuerdo de los buenos tiempos, me abrigo con la lluvia que aquí dentro construí en soledad». (Cometa – Rocky uno)

Bonus track
Las letras de las canciones de Willy Román plantean situaciones cotidianas que puede pasar cualquier persona, pero, además de ello, a Willy le agrada la idea de vivir en carne propia cada cosa que escribe, como el actor que se ve forzado a bajar 20 kilos y encerrarse meses en su habitación para conseguir el personaje.

Este confeso seguidor de Hüsker Dü, Built to Spill y Guided by Voices es una encarnación con luz propia del platense de El Mato a un Policía Motorizado en una ciudad más grande y mucho más sucia.

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