Hay canciones que son fotografías: instantes congelados en el tiempo, momentos que se resisten a desvanecerse. «Recuerdos de invierno», el nuevo sencillo de Redalba, pertenece a ese grupo de composiciones que atrapan la nostalgia y la transforman en algo tangible. La banda peruana, que lleva el rock y el pop en su ADN, reconstruye la resaca emocional de una ruptura con una sensibilidad que golpea en lo más hondo.
La historia de Redalba es la de una generación que se niega a dar por muerto al rock. En un circuito donde la autogestión es la norma y las certezas escasean, el grupo ha sabido abrirse camino con honestidad y un sonido que bebe del rock alternativo de los 2000 sin quedarse atrapado en la nostalgia. William Vargas (batería), Brian Aparcana (bajo), Anthony Villalobos (guitarra principal), Sebastián Aparcana (teclado) y Diego Guevara (guitarra y voz) han construido una identidad que se sostiene en la emoción directa y en la crudeza de lo cotidiano.
Compuesta en 2019 por Diego Guevara y trabajada en estudio a inicios de 2024, «Recuerdos de invierno» es una pieza que se sumerge en la incertidumbre de quien se queda atrapado en el limbo posterior a una separación. La letra no busca respuestas fáciles ni frases de consuelo. Al contrario, se enreda en la confusión, en esa necesidad de encontrar sentido al vacío. Las guitarras distorsionadas y la base melódica juegan con contrastes, como si la canción misma dudara entre el deseo de recuperar lo perdido y la obligación de seguir adelante.
El sencillo es parte de un EP del mismo nombre, un trabajo que no idealiza el amor ni cae en fórmulas previsibles. Redalba construye relatos donde el apego, la ausencia y la madurez emocional conviven sin maquillajes. Cada canción es una pequeña postal de lo que significa dejar atrás lo que alguna vez fue indispensable.
El nombre de la banda nace de la idea de un amanecer teñido de rojo, una imagen que simboliza tanto un final como un nuevo comienzo. Con esa misma filosofía, Redalba avanza sin prisa pero con convicción, demostrando que hay historias que, aunque duelan, merecen ser contadas una y otra vez.
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