Todos tenemos una historia en un auto que nos marcó. Un bus que tomábamos siempre —para llegar, para escapar, para pensar. En el caso de Ashlyn, esa ruta fue la 301, el corredor azul que atraviesa Lima de punta a punta. Y ahí, entre paraderos, audífonos y libretas llenas de emociones, nació su primer EP: La 301.
No es casualidad que el disco lleve ese nombre. Ashlyn usó el recorrido del bus como una metáfora para hablar de su propio viaje emocional: una ruptura, el duelo, la aceptación, el intento de seguir. Son seis canciones que acompañan ese proceso como si fueran paraderos en los que uno se detiene solo un rato, antes de volver a avanzar.
Desde el primer track, donde subimos al bus con ella, hasta el último, donde decide bajarse, el EP está lleno de momentos que suenan reales. Nada suena forzado. Las letras dicen lo que a veces nos cuesta admitir, y la música —una mezcla de pop, synth y rock suave— acompaña con elegancia y cercanía.
La 301 fue producido por Erik Hanzlicek Belaunde y tiene visuales que completan la experiencia: videoclips como Terca Soy y Ni Tres Segundos, además de visualizers para cada canción. Todo está pensado para que no solo escuches el disco, sino que lo vivas.
Ashlyn no quiso hacer solo un disco pop. Quiso dejar registro de un momento. Y eligió contarlo desde un lugar donde muchos hemos llorado, pensado o simplemente esperado a que algo cambie: un asiento junto a la ventana, mientras Lima avanza.
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