Una ciudad se reconoce en las bandas que la incomodaron. En los grupos que no buscaron aplausos fáciles ni se alinearon a modas sin antes hacerlas propias. La Lima de los años dosmiles encontró eso en La Forma: una banda que no fue la más mediática, ni la más premiada, pero sí una de las más queridas y recordadas por quienes encontraron en ella una brújula emocional. Lo suyo fue conectar, decir las cosas sin rodeos y tocar donde nadie más quería tocar. En parques, en sótanos, en distritos donde el punk californiano se mezclaba con la rabia de crecer sin certezas.
Formados a finales de los noventa, La Forma apareció en plena resaca del grunge, cuando MTV dictaba tendencias y Uranio 15 era un salvavidas para adolescentes confundidos. Esta banda capitalina se hizo notar con un sonido directo, letras afiladas y una actitud que calaba hondo. Compartieron escenario con 6 Voltios, Diazepunk, Inyectores, Futuro Incierto. Pero su historia se escribió en los márgenes, en esos shows autogestionados donde lo que importaba no era cuántos asistían, sino cuántos salían distintos después de verlos.
En 2010 se despidieron con un show íntimo y desbordado. La última canción terminó con sus seguidores sobre el escenario, abrazados, cantando a gritos. No hubo poses. Solo gratitud. Desde entonces, aparecieron esporádicamente, lo suficiente para seguir en la memoria: en el ‘Día del Rock Peruano’ en 2019, en Reactívate en 2023, y luego en un reencuentro íntimo donde tocaron todo su repertorio sin cortar nada. Ahora, 25 años después de su formación, regresan con un concierto de largo aliento en la explanada del CC Festiva. La cita es el 28 de junio. Y los boletos ya están en Joinnus.
Esta vez vienen con el archivo completo. Canciones conocidas, lados B, temas que marcaron a sus oyentes más fieles. Invitados de distintas etapas, una banda emergente abriendo la noche, y una energía que no envejeció con ellos. No hay nostalgia en esta reunión. Hay memoria viva. Porque si algo ha enseñado La Forma en estos 25 años, es que cantar desde la herida también puede ser una forma de ternura.
Algunos escucharon sus canciones por primera vez en un mp3 prestado, otros los vieron en vivo y se tatuaron frases enteras en la cabeza. Muchos los dejaron de seguir cuando desaparecieron, y ahora sienten algo parecido al vértigo. Todos, sin embargo, comparten algo: saber que hay bandas que no se olvidan, aunque pasen los años. La Forma nunca pidió espacio. Lo ocupó. Y el 28 de junio, volverán a hacerlo. Sin escudos, sin filtros, con el ruido exacto para que todos, alguna vez más, volvamos a sentirnos parte de algo que todavía tiene sentido.
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