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Un disco para volar sin despegar los pies del suelo: Brageiki presenta “Pawanayki”

Volar implica una forma de desobediencia sin estruendo. Es decir “basta” sin violencia. Pawanayki, el nuevo disco de Brageiki, adopta esa idea como principio emocional. Desde Huamanga, Braigan Vega construye una obra que no traza rutas ni describe paisajes. Prefiere imaginar el vuelo como gesto interior. Sus canciones no imitan el canto de las aves, pero capturan su sabiduría antigua. Es música pensada desde el aire. Música que habita la suspensión, que rehúsa al peso, que invita a un estado donde la gravedad pierde autoridad.

Pawanayki, palabra quechua que alude al acto de volar, es también un homenaje a las aves migratorias que han inspirado ritos y narraciones originarias. Brageiki transforma esa admiración en 10 piezas donde el charango, núcleo expresivo del disco, se aventura por texturas inusuales. A veces los ritmos sugieren aleteos. A veces las melodías evocan el desplazamiento de sur a norte, sin brújula. Grabado en Urpicha Records bajo la dirección de Joaquín Bock, el álbum reúne también la visión fotográfica de Diego Ozaita y arreglos de Alan Villanueva. El diseño sonoro se apoya en dos charangos únicos, construidos por Vladimiro Sánchez Cutti con maderas nativas peruanas, especialmente pensados para lograr timbres poco habituales.

El álbum no responde a un patrón. Se deja guiar por lo atmosférico. Las transiciones parecen obedecer al clima más que a la forma. El productor no impone estructura, permite que el sonido se desplace. Y en ese gesto de renuncia aparece la posibilidad de lo nuevo. Pawanayki sugiere lo migratorio no solo en su contenido, también en su forma, cada tema se despega lentamente del suelo, sin fijarse un destino.

Brageiki ya ha editado discos previos y colaboró con composiciones originales para la película La piel más temida de Joel Calero. Este nuevo álbum aterriza con el respaldo del sello A Tutiplén Records, responsable de publicaciones clave en la escena alternativa latinoamericana, y fue posible gracias al apoyo de los Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura del Perú. Pero su fuerza no radica en la trayectoria ni en las credenciales, sino en su decisión estética: Pawanayki no se deja explicar, se deja sentir. No canta al futuro ni al hogar. Canta al trayecto.

En ese espacio suspendido donde el sonido se vuelve aire, Brageiki descubre otra forma de existir. No confronta. No fuerza. Solo se aleja del suelo con una delicadeza que conmueve. Porque volar también puede ser método. Y resistencia.

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