En 1985, en una sala familiar del distrito limeño de Lince, Narcosis grabó un cassette que terminó incendiando la historia de la música independiente en el Perú. Se llamó Primera Dosis, tenía 11 temas y duraba poco más de 13 minutos. Nadie imaginaba entonces que ese casete autoproducido con una consola prestada se transformaría en símbolo de resistencia, mito generacional y punto de partida para lo que hoy se conoce como el rock subterráneo.
Este año se cumplen cuatro décadas de ese impacto, y Narcosis lo celebrará con un show íntimo en Lima, donde tocarán Primera Dosis completo, sin recortes. La fecha, el lugar y el formato ya están confirmados: sábado 30 de agosto en el Teatro Leguía, con aforo limitado y una sola función. Será una noche extensa, distinta a cualquier otro reencuentro. La banda promete un repaso profundo por su historia, con canciones que casi nunca han tocado en vivo y una puesta en escena pensada para reencontrarse con quienes los escucharon en cintas rayadas, en cuartos adolescentes o en ferias punk.
Pero más allá de lo que tocarán, lo que está en juego es lo que significan. Narcosis apareció en un momento donde todo se caía. El país entraba en crisis económica, el Estado perdía control territorial y la violencia crecía desde todos los frentes. No existía una industria musical local que apostara por nuevas propuestas, mucho menos por bandas que no respondían a las reglas ni querían sonar “correcto”. Ante ese vacío, Narcosis propuso otra ruta: tocar fuerte, cantar con rabia y grabarse ellos mismos. No fue un acto de valentía, fue lo único posible. Y eso cambió todo.
Primera Dosis no se vendía en discotiendas. Circulaba de mano en mano, duplicado en cassettes de otros artistas, muchas veces sin portada, solo con el nombre escrito a plumón. Las canciones se escuchaban en radios comunitarias, en recitales autogestionados, en talleres de arte, en pasillos de universidades. “Sucio policía”, “Destruir” o “Represión” no eran himnos de protesta, eran fotografía directa de lo que pasaba en las calles. Nadie lo estaba contando con tanta claridad.
Esa chispa encendió una escena. Detrás vinieron bandas como Guerrilla Urbana, Eutanasia, Zcuela Crrada o Voz Propia. El cassette se volvió referencia, contracorriente y archivo. Hoy, 40 años después, los integrantes de Narcosis se paran sobre esa historia con la misma energía de entonces. No para conmemorarla con nostalgia, sino para tocarla en carne viva, con el cuerpo y la memoria activada. Porque Primera Dosis no envejeció, apenas está cicatrizando.

Descubre más desde Biscuitbatik
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
