Lento Rodríguez es el alias con el que Gustavo Rizo-Patrón ha decidido construir un espacio sonoro propio, uno que hasta ahora se reconocía por su sensibilidad íntima y sus capas emocionales. Con Simón Salguero, su nuevo EP, esa identidad adquiere una profundidad inesperada gracias a la participación de Tweety González. El productor argentino, figura clave en la evolución del rock latinoamericano, no se limita a firmar los créditos, su intervención se percibe como un filtro que multiplica las posibilidades del proyecto y lo instala en un registro distinto.
Más que un barniz de profesionalismo, lo que González aporta es un lenguaje. Cada textura se percibe contenida pero vibrante, como si el aire entre los instrumentos tuviera el mismo peso que las notas. El bajo respira con una nitidez poco frecuente en producciones independientes, las guitarras se sostienen en el borde entre la calidez y la precisión, mientras que los teclados se deslizan como una corriente que empuja las canciones hacia un espacio más abierto. Nada se siente improvisado, pero tampoco calculado en exceso. Ese punto medio es el sello de alguien que entiende la música como un organismo vivo.
La juventud creativa de Rizo-Patrón se refleja en la apertura al riesgo, en las estructuras que se permiten desvíos y en la manera de usar la voz como un instrumento maleable. González encausa esa inquietud sin neutralizarla. El diálogo entre ambos se escucha en cada segundo: uno empuja hacia lo desconocido, el otro delimita la ruta para que el viaje no pierda coherencia. En ese balance se reconoce una alianza que trasciende lo coyuntural y que le da al EP un carácter de manifiesto artístico.
El resultado es un disco que se instala en la escena independiente con un sonido que parece provenir de otro circuito. Lento Rodríguez conserva la intimidad que lo define, pero ahora esa intimidad se proyecta como un eco que rebota en escenarios más amplios. La mano de Tweety González no borra la esencia del proyecto, la amplifica hasta volverla una presencia ineludible. En ese encuentro de generaciones, Simón Salguero encuentra la fuerza para hablar desde lo personal y, al mismo tiempo, desde un linaje que atraviesa décadas de música latinoamericana.
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