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La cantautora peruana Fe Baca abre un espacio propio en «Gestos Remotos», su nuevo larga duración

¿De dónde proviene esa luz tenue que parece alojarse en ciertos discos, como si cada canción guardara un secreto en movimiento? Gestos Remotos se sostiene en esa intuición primera, en una búsqueda interior que Fe Baca convierte en lenguaje emocional. Antes de entrar en su territorio conviene recordar que su recorrido siempre ha girado en torno a la voz como presencia y refugio. En este trabajo esa afinidad se vuelve guía y abre un espacio donde lo íntimo encuentra forma.

La idea central de esta obra gira alrededor de la sensibilidad como estructura. Fe construye desde la calma y desde un tipo de atención que rara vez aparece en un debut. Las piezas avanzan con naturalidad, sin presión por señalar nada de manera explícita. Se siente una cercanía que invita a observar, a entrar sin prisa, a dejar que la textura general marque el ritmo interior del oyente.

En ese diálogo destaca la labor conjunta con Efrén Castillo. La producción aporta movimientos sutiles que sostienen la narrativa sin desplazar la voz del centro emocional del álbum. Cada intervención instrumental aparece con claridad y sentido. El resultado es un terreno donde el oyente puede acercarse con tranquilidad y reconocer que el espacio está construido para acompañar, no para imponer direcciones.

La interpretación de Fe se mueve en un registro de vulnerabilidad compartida. Hay momentos en los que la voz parece rozar una memoria íntima y otros donde retrocede para dejar que el silencio complete la escena. Ese manejo del tiempo, esa confianza en la pausa y en el susurro, aporta una humanidad particular al disco. No pretende representar una emoción específica, simplemente la deja coexistir con lo que la rodea.

Tal vez por eso, cuando Gestos Remotos termina, queda la sensación de haber recorrido un territorio que se siente cercano incluso sin haber sido anticipado. Fe Baca invita a sostener preguntas antes que resolverlas, a caminar despacio, a aceptar que lo frágil también puede sostener. Y en esa entrega silenciosa queda un eco difícil de olvidar, como si la voz siguiera acompañando incluso después del último compás.

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